jueves, 4 de abril de 2013

Capítulo 7

A unos cientos de metros de allí, un rostro amenazante vigila la gasolinera. Se agacha y examina las huellas que han dejado las motos sobre el polvoroso camino de tierra. Mira al frente y dirige una mirada de odio hacia su presa, mientras la furia se apodera de su cuerpo. Decidido, avanza sigilosamente hasta el establecimiento.

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Un escalofrío me recorre la espalda, pero prefiero pensar que es a causa del fuerte sabor de los caramelos mentolados y la Cocacola que ha encontrado Thomas. Es una suerte que estas cosas no tengan fecha de caducidad. Terminamos rápidamente con la comida que nos queda. Él me sonríe y empieza a charlar de cosas absurdas y a contar historias que oyó en su infancia.

- ¿Sabes? Yo de pequeño soñaba con ser un marinero que surcaba los mares sin preocupaciones ni ataduras. Me imaginaba descubriendo islas perdidas en las que habitaban extrañas criaturas, como sirenas o piratas con los que combatir por algún tesoro que mereciese la pena.  Oí una vez hace mucho tiempo, la historia de un tal Jack que dejó su vida de marinero mercante por la de un corsario despiadado que quería apoderarse de los mares, ser el último pirata para que su nombre hiciese historia. Conseguía todo lo que deseaba esforzándose al máximo y siempre cumplía sus objetivos. Durante años soñé en convertirme en alguien reconocido por las hazañas que realizaría, como él, pero pero todo el mundo crece, las ilusiones se agotan y los sueños se abandonan.

Le escucho atenta, sumergida en la magia de sus palabras, recreando en mi mente los hechos que inventa, como si de una película se tratase. Thom siempre ha sido muy imaginativo, le encanta planear todos nuestros movimientos, aunque casi nunca tenemos tiempo de hacerlo.

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La misteriosa persona abre con facilidad la puerta bloqueada y se protege la cara con una gruesa capa. Lleva en la mano una pistola con un silenciador, aunque cree que no le hará falta , será demasiado fácil eliminar a quién sea que haya dentro. No se entretiene demasiado en mirar a pesar  de la infinidad de objetos  que hay revueltos por el suelo y sitios para esconderse; sabe perfectamente donde ir y que hacer.

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Thom sigue enfrascado en sus recuerdos, y poco a poco se me van cerrando los ojos. De repente, algo pasa y yo me espabilo al tiempo que Thom enmudece. Sé que fuera algo no va bien, y él también se ha dado cuenta. La puerta que nos aísla de la realidad en la que vivimos inmersos se abre de pronto con una fuerte patada. Miro con mi arma levantada a quién quiera que sea el idiota que me tiene encañonada. Thomas apunta al sospechoso algo nervioso, porque si le disparara yo también caería inevitablemente. Sigo observando fijamente a mi agresor , aunque no consigo ver su cara, que se encuentra  oculta totalmente por la oscuridad de su capa.  Un rayo de luz, un movimiento repentino o quién sabe qué me permite ver por un segundo sus ojos. Hay algo familiar en ellos, y comprendo que tras esa mirada perdida en la confusión del momento permanece un recuerdo de mi niñez que no consigo ubicar claramente. Veo pasar brevemente toda mi infancia hasta que se detiene en un punto en concreto.
Estoy jugando con mis amigos al escondite en un lugar oscuro que parece un almacén o una fabrica. Todos salimos a correr cuando la niña del pelo oscuro y mirada enigmática empieza a contar. Me escondo tras un portón metálico y aguanto la respiración agitada por la carrera. Cierro los ojos para que se acostumbren a la luz y cuando los abro me encuentro de frente con unos ojos divertidos y una sonrisa burlona.
Los mismos ojos que ahora me sostienen la mirada. Esperamos así unos instantes, en lo que empieza a temblarle el pulso.  Entonces Thomas decide disparar a sangre fría, aprovechando la ocasión.

-¡No! - Le detengo, exaltada. Ahora él también arruga la frente en  busca de aclarar sus ideas, porque solo ve que le he perdonado la vida a un encapuchado dispuesto a asesinarme.

La chica baja el arma y me dirige una mirada que dice claramente "¿Por qué?" y leo la duda en su expresión. De  pronto, algo en su mente se acciona y dice:

- ¿Ailann?