Cuando
despierto Thomas está tumbado en el sillón, con los pies reposando sobre la
mesa ojeando una revista. Me siento sobre la cama y le sonrío.
-Buenos
días Ailann- dice, dejando la revista sobre la mesa y con una media sonrisa.
Bostezó
y consigo decir a media voz- Hola Thom, ¿Qué hora es?
-
Las nueve y media Ail.
-¿Qué?
Joder Thom, he dormido todo el día, lo siento. ¿Por qué no me has despertado?-
tartamudeo.
-Estabas
tan cansada que me dio pena despertarte. –su voz sonaba melancólica- Bueno,
Mathew llamó esta mañana; cambiamos de planes, hay que moverse.
-En
ese caso pongámonos en marcha, ¿qué ha pasado?
-Ha
habido movimiento en la frontera con el sector 10, al norte de París. Mathew sospecha
que los caníbales y los radiactivos se han aliado y se están multiplicando.
Saldremos en 15 minutos. Te espero en la calle con la moto.
Me
levanto de un salto de la cama y me desvisto. Saco de una caja una muda limpia
y me la pongo. Selecciono con rapidez una SG 500 y la introduzco en una mochila
pequeña, me armo hasta los dientes con un cuchillo corto y uno largo en mi bota
derecha y guardo mi Desert Eagle en el cinturón. Me arrastro por el estrecho
conducto; inhalando bastante polvo. Me deslizo hasta los servicios y me dejo
caer suavemente sobre el wc. Llevo un paso lento pero firme, cómodo. Al salir
un rayo de sol me ciega la vista. Me detengo un segundo a otear el horizonte mientras me acostumbro a la
claridad. Thomas me espera unos pasos
más adelante apoyado una Bmw plateada. Sostiene en alto las llaves y
esboza una amplia sonrisa.
-¿A
qué esperas? ¡A este paso no llegamos a la fiesta! -bromea- ¡Vamos, sube! Te dejo ser copiloto.
Le
dirijo una mirada seria y arqueo una ceja, mostrando mi desacuerdo. Thom, a mi
parecer, es demasiado optimista con respecto a la situación del mundo. Espera
paciente por unos segundos y al final
aparta la mirada, cansado.
-Tu
moto está en la cochera – prosigue, su voz ahora parece desganada. Soy la mejor en deprimir a la gente.
-Gracias
Thom. –Le devuelvo una mirada afable y sonrío.- Tus intentos fallidos de
dominarme son altamente satisfactorios.
-Vaya,
me encanta divertirte – su tono burlón pero a la vez aburrido muestra una
frustración un tanto evidente. Me encanta verle decepcionado, aburrido o
frustrado, porque levanta las cejas y arruga la frente de una forma adorable.
-Venga
ya, no te enfades. –río- Sabes que jamás conseguirás que monte en eses
cacharro.
-Al
menos yo no conduzco un vehiculo tan oscuro que ni el mismismo diablo le
gustaría llevar. ¿Acaso la has sacado de un cementerio? – Vaya, parece que está
enfadado. No conozco a nadie más bipolar.
-Como
quieras, –acepto, sin molestarme en poner los ojos en blanco- pero mi siniestra
motocicleta es mil veces más veloz que la tuya.