Capítulo 8.
El tiempo que ha transcurrido es como si nunca hubiera existido. Seguimos siendo las mismas de siempre, excepto por el simple hecho de que tenemos unos años más. Nos miramos en silencio y se sienta a mi lado, aclarando sus ideas, intentado recordarme mejor. Le sonrio y empiezan a formarse preguntas que no consiguen escapar de la comisura de sus labios. Thomas, desconcertado, rompe el silencio que inunda la sala.
-Bueno, ¿alguien me va a explicar qué está pasando aquí?
-Oh, claro Thom. Te presento a Kyra. Cuando aún vivía con mi padre en la zona de seguridad, iba al centro de estudios con ella y algunos chicos más. Eramos buenas amigas en aquella época. Tras la muerte de Finnick no supe más de ninguno; hasta ahora.
Kyra permanece callada, esperando una posible respuesta que no llega.
-Ail... -comienza a decir, pero se le atragantan las palabras.- Cuando te fuiste cambiaron muchas cosas en el grupo. La mayoría se fue lejos unos meses antes de que ocurriera todo. Nos decían a menudo que iban a trasladar la zona a otro lugar por problemas con una multitud de caníbales que no lograban contener. Todos se fueron. Bueno, todos no. La mayoría de los ancianos que aún podían moverse decidieron quedarse con los demás; y junto a ellos los niños del centro de estudios que estaban internos. Nos encerramos en el fuerte; ya que era el sitio más seguro de toda la zona, ya allí permanecimos semanas haciendo guardias constantes. Pasado un tiempo nos confiamos. No había habido ningún indicio de movimiento en el exterior, y se redujeron las guardias. Pronto empezamos a hacer como si no hubiera ocurrido nada de la mudanza, vida normal. Un día de marzo llegaron; era noche cerrada. Al verlos empezamos a correr tan rápido como pudimos, no llegamos ni la mitad al fuerte. Un hombre nos encerró en una trampilla a Eric y a mí y nos dijo que no nos movieramos de allí hasta que el silencio fuera absoluto. Voces, pasos pesados, gritos de sufrimiento y diversas armas siendo utilizadas era todo cuanto escuchamos. Oí al señor apestillar la puerta y prepararse para matar en cualquier momento. No le dio tiempo ni a ver lo que se le venía encima. Hombres grandes y fuertes, armados hasta los dientes y empapados de sangre se aproximaron hasta él. Estuvimos días en la trampilla. Cuando salimos no quedaba nadie, manchas en el suelo y más visiones repugnantes era lo único que reconocía de todo aquello que me había protegido. Recogimos lo que pudimos y echamos a correr sin mirar atrás. No volvimos. Eric y yo dimos con un buen escondite para alojarnos y empezamos a entrenarnos con lo que teníamos. Pasó el tiempo rápidamente, hasta hoy. No hemos vuelto ha hablar de lo sucedido, aunque siempre permanecerá en el recuerdo.
Me cuesta unos segundos asimilarlo, todos y cada uno de ellos forman parte de mi pasado, y por tanto, de lo que soy en el presente.
- ¿Y Halt, Louis...? -Ella niega con la cabeza, con una mirada triste.- Entiendo...
-Eh... Lo importante es que nosotros si estamos aquí, y aunque no se pueda cambiar el pasado sí el futuro. Está en nuestras manos y creo que todos los presentes en esta sala estamos dispuestos a luchar para conseguirlo. Como querría Finn, como querría cualquiera de aquellos que se unieron a la causa.- dice Thom en un tono alentador.
Le miro unos instantes y me guiña el ojo acompañado de una media sonrisa. Siempre sabe que decir en el momento justo. Puede parecer a veces un crío, pero cuando lo necesites estará ahí para cuidarte. Agradezco el tenerlo como compañero, y es ahora cuando más cuenta me doy, tras haber tenido la vida y la muerte pendiendo de un hilo. Un hilo que él en cierto modo sostenía.